Entre 1942 y 1964, se estima que entre alrededor de dos millones de mexicanos se fueron de "braceros" a los EE.UU. y poco más de 4.5 millones de contratos fueron firmados por empleadores y jornaleros agrícolas y en menor medida trabajadores del ferrocarril con el respaldo de los gobiernos federales de EE.UU. y México, en el marco jurídico de los llamados acuerdos braceros. A cambio de su fuerza trabajo y del salario devengado, la mano de obra abonaba un 10% de su nómina para un fondo de retiro campesino, además de contar con atención médica, alojamiento y comida. En la actualidad tanto del lado mexicano como norteamericano, esto es, en los medios bancarios y políticos de ambos países, nadie es capaz de decir con acierto a dónde fue a parar ese dinero y cuántos intereses generó, a través del circuito financiero que tuvo que recorrer. Este problema tiene muchas ramificaciones y bifurcaciones y no cabe duda que el hablar de los ex-braceros es referirse a una categoría vulnerada por la historia de la relación migratoria México-EE.UU. y hoy en día vulnerable, ya que se trata de personas de la tercera edad cuya atención general en México deja mucho que desear. Hoy por hoy, los ex trabajadores migratorios mexicanos son jubilados sin júbilo. Sin embargo, desde fines de los noventas, si bien son vulnerables los ex-braceros y sus familiares han sido capaces de movilizarse, a través de organizaciones sociales y demostrar así cierta entereza para superar la situación en que se quedaron después del término del programa bracero. En este sentido el estado de Michoacán por su larga tradición migratoria documentada e indocumentada destaca en este tema, pues dos de las principales organizaciones de apoyo a ex braceros surgieron ahí. Por lo anterior este capítulo busca conseguir un doble objetivo: 1) Dar cuenta del movimiento de los ex-braceros, su genealogía transnacional, su realidad nacional y sus efectos en Michoacán, así como las estrategias de los braceros para llevar las autoridades a negociar y actuar como instituciones puestas al servicio de los ciudadanos; e 2) Interpretar este proceso social a través de una aproximación a una re-construcción ciudadana de la cultura política mexicana. En este sentido precisa advertir que si bien la lucha de los ex-braceros trabajadores migratorios mexicanos es, por obvias razones, un asunto de dinero y patrimonio económico es también (por no decir sobre todo) un problema moral (es decir de las familias de ex-braceros) en su relación y ético (esto es, el propio ex-bracero) cuyo epicentro es el concepto de dignidad. En otras palabras, si bien existe un perjuicio financiero para con los ex braceros, se suma a éste un perjuicio de índole simbólica por la falta de reconocimiento social en general de la figura del migrante tanto de hoy como de ayer, en la sociedad mexicana.