Mientras que en los años 60 y 70 la rehabilitación física de los alumnos discapacitados interesaba cada vez menos a los diferentes protagonistas de la disciplina, las discusiones en torno a una mayor igualdad en el acceso a las prácticas físicas y deportivas se desarrollaban en la escuela. Las viejas concepciones de la rehabilitación física y la gimnasia correctiva se desmoronaron durante estas dos décadas ante la innovación y el discurso científico. El regreso de la Educación Física y Deportiva al Ministerio de Educación es también indicativo de las resistencias y obstáculos que aún hoy existen dentro del discurso oficial y el planteamiento institucional. En este sentido, los argumentos a favor de que los discapacitados practiquen como las personas sin discapacidades cristalizan, en primer lugar, en torno a la construcción de una evaluación adaptada de los alumnos con discapacidades físicas en las distintas pruebas de certificación, pero también en torno a una crítica de la exención de la educación física que se modifica por completo con el fin de contribuir a una mayor igualdad entre los alumnos. Gracias a la inclusión en la agenda política de las reflexiones educativas sobre la discapacidad y a la combatividad de ciertos protagonistas de la educación física, las personas discapacitadas tienen, al menos oficialmente, más espacio en la disciplina para practicar como sus compañeros sin discapacidad. Esta evolución y estas exigencias de igualdad contribuyen a reforzar la legitimidad escolar de la disciplina.