Tras una larga ocupación durante la Gran Guerra, Los Ardenes recurrieron a una abundante inmigración para hacer frente a las necesidades de la reconstrucción y a la penuria agrícola e industrial. Este departamento fronterizo sirve aquí de marco geográfico para el estudio de las repercusiones sobre la inmigración, de las grandes crisis internacionales que tuvieron lugar durante el período entre las dos Guerras Mundiales. La crisis económica hace que nazcan comportamientos nuevos. Aunque disminuye el número de obreros extranjeros, surgen reacciones xenófobas. A pesar de la presión de la opinión, la patronal obstaculiza toda reglamentación para la contratación de mano de obra extranjera. La incertidumbre obliga pues al extranjero a accelerar su integración. Ahora bien, los terribles acontecimientos que conducen a la guerra ponen en tela de juicio los esfuerzos de estabilización de la mayoría de los extranjeros. Rápidamente, se les ve como enemigos en potencia. Son los polacos, durante la crisis de Munich, los primeros en ser el blanco de franceses cada vez más preocupados, fronterizos que temen que, una vez más, se les sacrifique a ellos. Desde el brusco cambio diplomático de Musolini, los italianos se vuelven peligrosos y entonces no les queda a éstos, más remedio que miltiplicar las pruebas de lealtad respecto al país de acogida. Después de una sucesión de errores administrativos, algunos checoslovacos, considerados como « súbditos del Reich », son internados cuando estalla la guerra. Esos tiempos difíciles hacen más precaria la situación de los extranjeros que viven en regiones fronterizas.